jueves, octubre 28, 2004

2009 o 2013?

Al parecer, nuestro sistema sanitario, tal cual está, es sostenible hasta el año 2013, o 5 años tan sólo, hasta el 2009 si continua soportando la carga sociosanitaria.
El déficit acumulado actual es de 4500 mio de euros.
Me parece que al final, la generación de los que nacimos a primeros de los 60´s, nos va a tocar pagar la fiesta a todos los presentes y futuros, pero cuando lleguemos a mayores.........

miércoles, octubre 27, 2004

The Economics of Health Care

The Office of Health Economics (OHE), dispone en su web, un curso introductorio a los conceptos básicos de economía de la salud, que resulta bastante interesante.
Podéis descargaros el curso completo, e incluso unas interesantes notas del profesor.

Informe sobre "Financiación Sanitaria" elaborado por el Gobierno para la Conferencia de Presidentes Autonómicos

INFORME SOBRE “FINANCIACIÓN SANITARIA” ELABORADO POR EL GOBIERNO PARA LA CONFERENCIA DE PRESIDENTES AUTONÓMICOS
1. ANTECEDENTES
La Ley 21/2001, de 27 de diciembre, por la que se regulan las medidas fiscales y administrativas del nuevo sistema de financiación de las Comunidades Autónomas de régimen común y Ciudades con Estatuto de Autonomía, supuso la integración de la financiación de las competencias comunes, de los servicios sanitarios y de los servicios sociales en la financiación general de las Comunidades. Esta Ley se basó en el Acuerdo del Consejo de Política Fiscal y Financiera de 27 de julio de 2001 y sus modificaciones posteriores, todos ellos aprobados por unanimidad por las Comunidades Autónomas.
El nuevo modelo representó un importante incremento de recursos para las Comunidades
Autónomas:
· Aumentó notablemente la capacidad conferida a estas Administraciones para elevar por sí mismas el nivel de ingresos destinados a financiar las políticas de gasto -en las que se incluye la sanidad-.
· Estableció una garantía de financiación mínima durante los primeros tres años de vigencia del sistema, vinculada a la evolución del PIB nominal.
· Fijó mecanismos de revisión –asignaciones de nivelación- para atender situaciones extraordinarias de desigualdad regional con origen en un incremento de población superior en más de tres puntos porcentuales al experimentado en el mismo periodo por la media nacional.
Además, y en lo relativo a la financiación sanitaria, se incorporaron dos fondos específicos:
· Fondo destinado a los programas de ahorro en Incapacidad Laboral Temporal.
· Fondo destinado a garantizar la igualdad de acceso al Sistema Nacional de Salud, denominado Fondo de Cohesión Sanitaria.
Por otra parte, la aprobación de este nuevo modelo de financiación coincidió en el tiempo con el traspaso de las competencias sanitarias a diez Comunidades Autónomas, que representaban algo más del 38% de la población protegida. Finalmente, también cabe recordar que, pese a que el punto de partida fue el coste efectivo de cada Comunidad Autónoma en el año base de referencia del sistema, 1.999, la situación inicial de las diferentes Administraciones no era claramente homogénea, tanto en lo relativo a sus infraestructuras y resto de medios, como en los modelos de gestión.
2. SITUACIÓN ACTUAL
Actualmente, tanto el Gobierno como las Comunidades Autónomas son conscientes de que, transcurridos tres años de vigencia del modelo, se han puesto de manifiesto diversos desajustes. Existe una coincidencia mayoritaria en la idea de que los recursos actualmente disponibles para atender la demanda sanitaria resultan insuficientes, lo que pone en evidencia la oportunidad de revisar la financiación sanitaria. La desaparición del modelo específico de financiación sanitaria existente hasta la aprobación de la Ley 21/2001, y su integración en el sistema de financiación autonómica general establecido por esta norma, ha supuesto un obstáculo para abordar con precisión y de forma separada la financiación sanitaria en el conjunto de la financiación autonómica. Por otra parte, la propia actuación de las Comunidades Autónomas, en el ejercicio de sus competencias, ha hecho evolucionar la situación de manera no homogénea, y distinta a la de partida, en relación con los medios, dotaciones y personal. Ello ha ocasionado que los recursos destinados por las Comunidades a la atención sanitaria sean diferentes, en valores absolutos y relativos, a los del año base del modelo.
2.1. Factores determinantes
Entre los motivos que subyacen en este incremento de los gastos sanitarios se sitúan las causas poblacionales, ya sea por el aumento del número de habitantes –y, en particular, en relación con la inmigración-, por el paulatino envejecimiento de la población, y por la atención a los desplazados, tanto nacionales como extranjeros. Desde este punto de vista, no debería excluirse la necesidad de revisar los mecanismos previstos en la Ley 21/2001 si se constatan sus posibles imprevisiones a la luz de la incidencia de las variaciones poblacionales. Hay que recordar que dichos mecanismos se establecieron cuando los flujos que han dado lugar a los incrementos de población ya habían comenzado, y se fijaron con vocación de permanencia, y por tanto para atender situaciones extraordinarias que puedan producirse inmediatamente o al cabo de varias décadas. Por todo ello, el Consejo de Política Fiscal y Financiera ha constituido un grupo de trabajo que está analizando esta cuestión. Sin embargo, no está bien definido que estos factores sean los únicos determinantes de la insuficiencia de recursos. Será necesario considerar otros, como las mejoras tecnológicas, las decisiones relacionadas con la gestión, el aumento de centros o la política de personal (tanto en número de efectivos como en sus retribuciones), que pudieran también llegar a tener una importancia al menos comparable a la derivada exclusivamente del factor poblacional.
2.2. Necesidad de un nuevo análisis
Aunque la cuestión tiende a centrarse exclusivamente en la insuficiencia de recursos, bien por imprevisiones en origen del modelo, bien porque sus mecanismos de revisión se han revelado insuficientemente adecuados a la complejidad de la situación, parece necesario realizar un nuevo análisis que permite conocer en profundidad la realidad del gasto sanitario. Este análisis debería abarcar no sólo el conjunto del gasto, sino también su composición, destino y efectividad, así como la previsión de necesidades futuras. Dicho conocimiento podrá ayudar a determinar con precisión en qué grado el gasto responde a factores objetivos, generales y externos, o a legítimas –y responsables- opciones sobre el mismo. Todo ello permitirá valorar en su conjunto las medidas necesarias para garantizar la sostenibilidad del sistema. Por otra parte, la suficiencia financiera de las Comunidades Autónomas, excluidas las de régimen foral, por lo que respecta al conjunto de sus políticas de gasto –que incluye, naturalmente, la sanidad- también debe ser valorada a la luz de la evolución real del conjunto de los tributos cedidos.
3. PERSPECTIVAS PARA ABORDAR EL PROBLEMA
En consecuencia, parece necesario que el problema de la financiación sanitaria se aborde desde la perspectiva de la corresponsabilidad institucional, distinguiendo con claridad los efectos que tienen sobre el gasto las variables exógenas –no determinadas por las decisiones de política sanitaria de los gobiernos-, y los derivados de la gestión – responsable y autónoma- que dichos gobiernos ejercen en materia de sanidad. La progresiva consolidación del Estado autonómico, que se ha concretado en la transferencia creciente de responsabilidades a las Comunidades Autónomas en materia de ingresos y gastos, implica que cada Comunidad es receptora de las ventajas que se deriven de la eficacia de su gestión, y también que asume las consecuencias del conjunto de sus decisiones. Por otro lado, no puede olvidarse que la definición –actual y futura- tanto de las prestaciones del sistema como de su contenido y alcance a través de la cartera de
servicios, exige un análisis de la situación actual, y un compromiso de cara al futuro. Garantizar la sostenibilidad del sistema permitirá abordar la mejora de estándares en los servicios, y la incorporación progresiva de nuevas prestaciones por parte de las Administraciones competentes, cuya financiación total o parcial debe preverse antes de su implantación. En ese mismo sentido, cabe señalar que las prestaciones ligadas al envejecimiento de la población, que actualmente recaen casi en exclusiva sobre el sistema sanitario y crean una elevada presión sobre el mismo, deberán ser abordadas en el futuro desde una nueva perspectiva sociosanitaria. Una perspectiva que permita acometer estas prestaciones en un esquema en el que la participación de los ciudadanos en su sostenimiento represente uno de sus componentes. En definitiva, acometer una mejora de los mecanismos globales, de financiación y de gasto, exigirá una solución compartida por todas las Administraciones, en el marco de sus respectivas responsabilidades y competencias. Por ello, parece oportuno abordar el problema en un proceso progresivo en el que:
· Como punto de partida, se analice el gasto, su composición y origen.
· Se precisen las fuentes de financiación actuales del gasto, su evolución y empleo en el marco del sistema de financiación general de las Comunidades Autónomas.
· Finalmente, se establezcan los mecanismos adicionales que, en su caso, resulten necesarios.
4. PROPUESTAS
1. Crear un sistema de información homogéneo, ágil y transparente, ya que actualmente la Administración General del Estado (AGE) tiene información parcial sobre el reparto de los fondos que cada CCAA realiza y muy escasa sobre los resultados de la gestión sanitaria: Por ello, la AGE se propone impulsar la creación de un sistema de información obligatorio, y transparente, siempre consensuado con las CCAA, con los siguientes objetivos:
· Permitir el análisis de los resultados en términos de eficiencia en la gestión de las distintas Administraciones
· Facilitar el análisis y evaluación de las distintas medidas adoptadas por cada Administración. Estos análisis permiten aprender de las experiencias de gestión de las distintas Administraciones, que luego pueden derivarse en recomendaciones y sugerencias para las demás.
· Identificar los gastos de las CCAA que financian las prestaciones mínimas que marca el Sistema Nacional de Salud distinguiendo los de aquellos otros que cada comunidad decide asumir para mejorar la oferta sanitaria a sus ciudadanos.
2. Impulsar el grupo de trabajo que, bajo la dirección de la Intervención General del Estado y con la participación del Ministerio de Sanidad y Consumo y de los agentes implicados, realiza un estudio de la situación del gasto sanitario en el Sistema Nacional de Salud, con la ayuda del nuevo sistema de información. Este estudio se realiza no sólo desde una perspectiva contable, sino también de composición y origen del gasto, de eficacia y eficiencia. Los resultados de este estudio se presentarán en el menor plazo posible.
3. Fortalecer el grupo de población constituido en el seno del Consejo de Política Fiscal y Financiera. Se tendrá en cuenta los resultados de este grupo que analizará la incidencia de la población en el gasto.
4. Potenciar la coordinación entre los dos grupos de trabajo anteriores y llevar su resultado y análisis al Consejo de Política Fiscal y Financiera, el órgano competente en materia de reformas del sistema de financiación. Las decisiones del Consejo se presentarán al Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud y formarán parte del Plan de Calidad e Igualdad para la mejora del Sistema Nacional de Salud. En caso de alcanzar un acuerdo sobre este asunto en el Consejo de Política Fiscal y Financiera, el contenido del mismo se incorporará al Proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado para el año 2005 a presentar en el Parlamento antes del 30 de septiembre del 2005.
Madrid, 22 de octubre de 2004

¿Más recursos para la salud?

¿Más recursos para la salud?
Por Guillem Casasnovas / Jaume Puig-Junoy, en FIRMAS, en EXPANSION, de 26-10-2004
A debate
La necesidad de buscar nuevas vías de financiación sanitaria ante el gasto creciente.

A debate

¿Más recursos para la salud?

El problema real no es tanto que los aumentos del gasto sanitario sean factibles o sostenibles, como el grado de demanda o deseo social del mismo.

Más allá de la actual disputa política sobre déficits e insuficiencias financieras de la sanidad, los resultados obtenidos en nuestro trabajo indican que no es del todo cierto que la cifra total de gasto sanitario en España (las diferencias territoriales requieren aquí un análisis de segundo nivel) sea demasiado baja. Ello es así puesto que el gasto total hoy supone un nivel muy cercano al que corresponde a su estado actual de desarrollo económico y al conjunto de determinantes conocidos del gasto sanitario.

En lo que se refiere al gasto sanitario público por persona en el año 2001, éste sí resulta entre un 6% y un 12% inferior al que correspondería a España de acuerdo con el nivel de renta y características socioeconómicas. Es decir, alrededor de 0,3/0,6 puntos del PIB, lo que equivale a una cuantía estimada entre 60 euros y 120 euros per cápita y año.

Cifras todas ellas moderadas que dejan intuir que los problemas de sostenibilidad (listas de espera, nuevas prestaciones, mejora de la calidad, etcétera) futura del sistema sanitario español no se resuelven con un simple incremento de financiación (en la supuesta línea de nuestros referentes europeos), sino que pasan sobre todo por prestar una mayor atención a cómo gastamos los recursos disponibles. Para ello, y de nuevo, las diversidades territoriales requieren aquí un tratamiento específico. Con el crecimiento de la renta de los españoles, es previsible que tanto el gasto sanitario privado como el público tiendan a crecer por encima de lo que lo haga nuestro PIB nominal. Ello es probable que se acentúe en comunidades autónomas de elevada renta relativa.

Sin embargo, que crezca el gasto sanitario público no implica que la financiación pública de dicho gasto tenga que crecer exclusivamente con cargo al contribuyente, pudiéndolo hacer también el copago del usuario (principio del beneficio).

Estudios comparados

De hecho, en estudios comparados se observa que los países con coberturas sanitarias más amplias (nuevas prestaciones, más calidad percibida, con intersecciones asistenciales en lo sociosanitario) mantienen una proporción mayor de copagos (por ejemplo, los países nórdicos). Ello es lógico cuando los incrementos de cobertura pueden estar recogiendo prestaciones de menor efectividad terapéutica y más valoración o preferencia individual. Es previsible también un incremento de la financiación privada de los servicios sanitarios.

Si quiere mantenerse el criterio operativo de necesidad como guía para la asignación de los recursos que esa financiación permita, el control debería ser público, de ahí la importancia de huir del pago directo, a efectos de evitar la explotación de los usuarios. Conviene destacar, en el sentido antes apuntado, que desde el año 1990 hasta el año 2001, el gasto sanitario público ha crecido a un ritmo anual real, descontando el efecto de la inflación, del 2,8%. La variación en la población total y el envejecimiento progresivo de la misma es responsable de poco más de una tercera parte de este crecimiento real, de forma que el crecimiento de la prestación sanitaria media (intensidad de recursos por persona y adopción de nuevas tecnologías diagnósticas y terapéuticas) ha sido el principal factor que ha contribuido al crecimiento del gasto sanitario público.

Las proyecciones del gasto sanitario público en los próximos diez años (2004-2013) realizadas en nuestro estudio indican un crecimiento promedio esperado que supera también el ritmo de crecimiento del PIB. En el año 2013, el gasto sanitario público se situaría así entre el 5,7% y el 6% del PIB, o sea, no más de entre 0,24 y 0,53 puntos adicionales del PIB, por encima de la cifra del año 2003. En otros términos, de acuerdo con el escenario base de este estudio, el gasto sanitario público podría crecer, en términos reales, un 35% hasta el año 2013.

El factor con una mayor responsabilidad en el crecimiento del gasto sanitario público en los próximos diez años continuará siendo previsiblemente la prestación sanitaria media, seguido del factor demográfico. De ahí la importancia de los estudios coste-efectividad de todas las prestaciones sanitarias, incluidos los medicamentos.

A pesar de la importancia relativa de los factores demográficos (aumento de la población y envejecimiento), el crecimiento del gasto sanitario público atribuible a los cambios en la demografía resultaría sostenible sin mayores problemas, si el resto de componentes que impulsan el gasto se mantuviera constante. Además, dichas previsiones pueden variar a la baja según cuáles sean las prácticas clínicas seguidas en los estadios últimos de la enfermedad (desde el encarnizamiento terapéutico hacia los cuidados paliativos y domiciliarios). Sin ser, pues, menospreciable el envejecimiento relativo de la población, el ritmo esperado de crecimiento del PIB parece, pues, que permite hacer frente sin excesivas dificultades al crecimiento atribuible a dicho factor, dentro siempre de coordenadas de utilización razonable de los recursos disponibles. Otro tema distinto es el del impacto de la inmigración en el gasto sanitario público, por el momento mal resuelto en la financiación autonómica de nuestros sistemas autonómicos de salud.

En otro orden de cosas, la estimación del coste por cada año de vida ganado con un aumento del gasto sanitario público en España indica que este coste se sitúa por debajo de los 13.000 euros, cifra aún inferior a la mayoría de los valores generalmente utilizados como cifra de referencia límite para la disposición máxima a pagar por la obtención de un año de vida adicional.

En general, el establecimiento de un umbral de eficiencia, fijado alrededor de los 30.000 euros como coste máximo por cada año de vida adicional ajustado por calidad obtenido con las innovaciones sanitarias, puede representar una guía, genérica aunque no determinista, para las decisiones públicas de asignación de recursos, y especialmente para las decisiones de financiación pública de nuevas prestaciones en España, que van a ser la clave para la sostenibilidad de la financiación pública del gasto sanitario. Hechas las salvedades anteriores, el crecimiento del gasto sanitario público real hasta el año 2013, según el escenario base de este estudio, es compatible con un incremento real del 2,5% en el consumo real del resto de bienes y servicios por la población española. Para financiar ese aumento del gasto sanitario público, la población española destinaría a esta finalidad menos del 7% del aumento real de renta en los próximos diez años.

Preguntas relevantes

En conclusión, el problema real no es tanto la factibilidad o sostenibilidad de los aumentos del gasto sanitario público como la deseabilidad social del mismo. Aun cuando nos podamos permitir determinados crecimientos en el gasto, la pregunta relevante, a suscitar en tiempo y lugar, es si éstos valen lo que cuestan.

Al margen de cuál sea la magnitud y deseabilidad del crecimiento del gasto, resulta imprescindible identificar y evaluar de forma objetiva las alternativas para la financiación del mismo: reformas destinadas a mejorar la eficiencia del gasto público (hacer más con lo mismo), reformas destinadas a aumentar la financiación pública y privada del gasto (hacer más con más), y reformas destinadas a priorizar y racionar las prestaciones públicas.

Guillem Casasnovas / Jaume Puig-Junoy

Centro de Investigación en Economía y Salud (CRES) de la Universitat Pompeu Fabra

martes, octubre 26, 2004

The Truth About Marcia Angell

Marcia Angell fue editora del NEJM, y acaba de escribir un libro titulado The Truth About the Drug Companies: How They Deceive Us and What to Do About It, y del que puedes leer la crítica del New York Review of Books. Marcia Angell mantiene que la reputación de la industria farmacéutica por la innovación es un mito, y que en el fondo es una forma de que el National Institutes of Health (NIH), se quede contento. Realiza un buen diagnóstico, pero por contra receta un mal remedio. La verdad.......

NEJM todo un ejemplo

Para todos aquellos que desconozcan el valor real de los papers en las ventas de la industria, convendría que repasaran la política editorial seguida por un medio de prestigio, como el The New England Journal of Medicine. Para muestra, un artículo denominado "Sponsorship, Authorship and Accountability", en el editorial del número correspondiente al 13 de septiembre de 2001.

How to think about prescription drugs

The New Yorker
The Critics
Critics at large

HIGH PRICES
by MALCOLM GLADWELL
How to think about prescription drugs.
Issue of 2004-10-25
Posted 2004-10-18

Ten years ago, the multinational pharmaceutical company AstraZeneca launched what was known inside the company as the Shark Fin Project. The team for the project was composed of lawyers, marketers, and scientists, and its focus was a prescription drug known as Prilosec, a heartburn medication that, in one five-year stretch of its extraordinary history, earned AstraZeneca twenty-six billion dollars. The patent on the drug was due to expire in April of 2001. The name Shark Fin was a reference to what Prilosec sales—and AstraZeneca’s profits—would look like if nothing was done to fend off the ensuing low-priced generic competition.

The Shark Fin team drew up a list of fifty options. One idea was to devise a Prilosec 2.0—a version that worked faster or longer, or was more effective. Another idea was to combine it with a different heartburn remedy, or to change the formulation, so that it came in a liquid gel or in an extended-release form. In the end, AstraZeneca decided on a subtle piece of chemical reëngineering. Prilosec, like many drugs, is composed of two “isomers”—a left-hand and a right-hand version of the molecule. In some cases, removing one of the isomers can reduce side effects or make a drug work a little bit better, and in all cases the Patent Office recognizes something with one isomer as a separate invention from something with two. So AstraZeneca cut Prilosec in half.

AstraZeneca then had to prove that the single-isomer version of the drug was better than regular Prilosec. It chose as its target something called erosive esophagitis, a condition in which stomach acid begins to bubble up and harm the lining of the esophagus. In one study, half the patients took Prilosec, and half took Son of Prilosec. After one month, the two drugs were dead even. But after two months, to the delight of the Shark Fin team, the single-isomer version edged ahead—with a ninety-per-cent healing rate versus Prilosec’s eighty-seven per cent. The new drug was called Nexium. A patent was filed, the F.D.A. gave its blessing, and, in March of 2001, Nexium hit the pharmacy shelves priced at a hundred and twenty dollars for a month’s worth of pills. To keep cheaper generics at bay, and persuade patients and doctors to think of Nexium as state of the art, AstraZeneca spent half a billion dollars in marketing and advertising in the year following the launch. It is now one of the half-dozen top-selling drugs in America.

In the political uproar over prescription-drug costs, Nexium has become a symbol of everything that is wrong with the pharmaceutical industry. The big drug companies justify the high prices they charge—and the extraordinary profits they enjoy—by arguing that the search for innovative, life-saving medicines is risky and expensive. But Nexium is little more than a repackaged version of an old medicine. And the hundred and twenty dollars a month that AstraZeneca charges isn’t to recoup the costs of risky research and development; the costs were for a series of clinical trials that told us nothing we needed to know, and a half-billion-dollar marketing campaign selling the solution to a problem we’d already solved. “The Prilosec pattern, repeated across the pharmaceutical industry, goes a long way to explain why the nation’s prescription drug bill is rising an estimated 17 % a year even as general inflation is quiescent,” the Wall Street Journal concluded, in a front-page article that first revealed the Shark Fin Project.

In “The Truth About the Drug Companies: How They Deceive Us and What to Do About It” (Random House; $24.95), Marcia Angell offers an even harsher assessment. Angell used to be the editor-in-chief of The New England Journal of Medicine, which is among the most powerful positions in American medicine, and in her view drug companies are troubled and corrupt. She thinks that they charge too much, engage in deceptive research, produce inferior products, borrow their best ideas from government-funded scientists, and buy the affections of physicians with trips and gifts. To her, the story of Nexium and drugs like it is proof that the pharmaceutical industry is “now primarily a marketing machine to sell drugs of dubious benefit.”

Of course, it is also the case that Nexium is a prescription drug: every person who takes Nexium was given the drug with the approval of a doctor—and doctors are professionals who ought to know that there are many cheaper ways to treat heartburn. If the patient was coming in for the first time, the doctor could have prescribed what’s known as an H2 antagonist, such as a generic version of Tagamet (cimetidine), which works perfectly well for many people and costs only about twenty-eight dollars a month. If the patient wasn’t responding to Tagamet, the doctor could have put him on the cheaper, generic form of Prilosec, omeprazole.

The patient’s insurance company could easily have stepped in as well. It could have picked up the tab for Nexium only if the patient had first tried generic Tagamet. Or it could have discouraged Nexium use, by requiring anyone who wanted the drug to pay the difference between it and generic omeprazole. Both the physician and the insurance company, meanwhile, could have sent the patient to any drugstore in America, where he or she would have found, next to the Maalox and the Pepcid, a package of over-the-counter Prilosec. O.T.C. Prilosec is identical to prescription Prilosec and effectively equivalent to prescription Nexium, and it costs only twenty dollars a month.

Throughout the current debate over prescription-drug costs—as seniors have gone on drug-buying bus trips to Canada, as state Medicaid programs and employers have become increasingly angry over rising health-care costs, and as John Kerry has made reining in the pharmaceutical industry a central theme of his Presidential campaign—the common assumption has been that the rise of drugs like Nexium is entirely the fault of the pharmaceutical industry. Is it? If doctors routinely prescribe drugs like Nexium and insurers routinely pay for them, after all, there is surely more than one culprit in the prescription-drug mess.


The problem with the way we think about prescription drugs begins with a basic misunderstanding about drug prices. The editorial board of the Times has pronounced them much too high; Marcia Angell calls them “intolerable.” The perception that the drug industry is profiteering at the expense of the American consumer has given pharmaceutical firms a reputation on a par with that of cigarette manufacturers.

In fact, the complaint is only half true. The “intolerable” prices that Angell writes about are confined to the brand-name sector of the American drug marketplace. As the economists Patricia Danzon and Michael Furukawa recently pointed out in the journal Health Affairs, drugs still under patent protection are anywhere from twenty-five to forty per cent more expensive in the United States than in places like England, France, and Canada. Generic drugs are another story. Because there are so many companies in the United States that step in to make drugs once their patents expire, and because the price competition among those firms is so fierce, generic drugs here are among the cheapest in the world. And, according to Danzon and Furukawa’s analysis, when prescription drugs are converted to over-the-counter status no other country even comes close to having prices as low as the United States.

It is not accurate to say, then, that the United States has higher prescription-drug prices than other countries. It is accurate to say only that the United States has a different pricing system from that of other countries. Americans pay more for drugs when they first come out and less as the drugs get older, while the rest of the world pays less in the beginning and more later. Whose pricing system is cheaper? It depends. If you are taking Mevacor for your cholesterol, the 20-mg. pill is two-twenty-five in America and less than two dollars if you buy it in Canada. But generic Mevacor (lovastatin) is about a dollar a pill in Canada and as low as sixty-five cents a pill in the United States. Of course, not every drug comes in a generic version. But so many important drugs have gone off-patent recently that the rate of increase in drug spending in the United States has fallen sharply for the past four years. And so many other drugs are going to go off-patent in the next few years—including the top-selling drug in this country, the anti-cholesterol medication Lipitor—that many Americans who now pay more for their drugs than their counterparts in other Western countries could soon be paying less.

The second misconception about prices has to do with their importance in driving up over-all drug costs. In one three-year period in the mid-nineteen-nineties, for example, the amount of money spent in the United States on asthma medication increased by almost a hundred per cent. But none of that was due to an increase in the price of asthma drugs. It was largely the result of an increase in the prevalence of usage—that is, in the number of people who were given a diagnosis of the disease and who then bought drugs to treat it. Part of that hundred-per-cent increase was also the result of a change in what’s known as the intensity of drug use: in the mid-nineties, doctors were becoming far more aggressive in their attempts to prevent asthma attacks, and in those three years people with asthma went from filling about nine prescriptions a year to filling fourteen prescriptions a year. Last year, asthma costs jumped again, by twenty-six per cent, and price inflation played a role. But, once again, the big factor was prevalence. And this time around there was also a change in what’s called the therapeutic mix; in an attempt to fight the disease more effectively, physicians are switching many of their patients to newer, better, and more expensive drugs, like Merck’s Singulair.

Asthma is not an isolated case. In 2003, the amount that Americans spent on cholesterol-lowering drugs rose 23.8 per cent, and similar increases are forecast for the next few years. Why the increase? Well, the baby boomers are aging, and so are at greater risk for heart attacks. The incidence of obesity is increasing. In 2002, the National Institutes of Health lowered the thresholds for when people with high cholesterol ought to start taking drugs like Lipitor and Mevacor. In combination, those factors are having an enormous impact on both the prevalence and the intensity of cholesterol treatment. All told, prescription-drug spending in the United States rose 9.1 per cent last year. Only three of those percentage points were due to price increases, however, which means that inflation was about the same in the drug sector as it was in the over-all economy. Angell’s book and almost every other account of the prescription-drug crisis take it for granted that cost increases are evidence of how we’ve been cheated by the industry. In fact, drug expenditures are rising rapidly in the United States not so much because we’re being charged more for prescription drugs but because more people are taking more medications in more expensive combinations. It’s not price that matters; it’s volume.


This is a critical fact, and it ought to fundamentally change the way we think about the problem of drug costs. Last year, hospital expenditures rose by the same amount as drug expenditures—nine per cent. Yet almost all of that (eight percentage points) was due to inflation. That’s something to be upset about: when it comes to hospital services, we’re spending more and getting less. When it comes to drugs, though, we’re spending more and we’re getting more, and that makes the question of how we ought to respond to rising drug costs a little more ambiguous.

Take CareSource, a nonprofit group that administers Medicaid for close to four hundred thousand patients in Ohio and Michigan. CareSource runs a tightly managed pharmacy program and substitutes generics for brand-name drugs whenever possible. Nonetheless, the group’s pharmacy managers are forecasting at least ten-per-cent increases in their prescription-drug spending in the upcoming year. The voters of Ohio and Michigan can hardly be happy with that news. Then again, it’s not as if that money were being wasted.

The drug that CareSource spends more money on than any other is Singulair, Merck’s new asthma pill. That’s because Medicaid covers a lot of young, lowerincome families, where asthma is epidemic and Singulair is a highly effective drug. Isn’t the point of having a Medicaid program to give the poor and the ailing a chance to live a healthy life? This year, too, the number of patients covered by CareSource who are either blind or disabled or have received a diagnosis of aids grew from fifteen to eighteen per cent. The treatment of aids is one of the pharmaceutical industry’s great success stories: drugs are now available that can turn what was once a death sentence into a manageable chronic disease. The evidence suggests, furthermore, that aggressively treating diseases like aids and asthma saves money in the long term by preventing far more expensive hospital visits. But there is no way to treat these diseases in the short term—and make sick people healthy—without spending more on drugs.

The economist J. D. Klienke points out that if all physicians followed the treatment guidelines laid down by the National Institutes of Health the number of Americans being treated for hypertension would rise from twenty million to forty-three million, the use of asthma medication would increase somewhere between twofold and tenfold, and the number of Americans on one of the so-called “statin” class of cholesterol-lowering medications would increase by at least a factor of ten. By these measures, it doesn’t seem that we are spending too much on prescription drugs. If the federal government’s own medical researchers are to be believed, we’re spending too little.


The fact that volume matters more than price also means that the emphasis of the prescription-drug debate is all wrong. We’ve been focussed on the drug manufacturers. But decisions about prevalence, therapeutic mix, and intensity aren’t made by the producers of drugs. They’re made by the consumers of drugs.

This is why increasing numbers of employers have in recent years made use of what are known as Pharmacy Benefit Managers, or P.B.M.s. The P.B.M.s draw up drug formularies—lists of preferred medications. They analyze clinical-trials data to find out which drugs are the most cost-effective. In a category in which there are many equivalent options, they bargain with drug firms, offering to deliver all their business to one company in exchange for a discount. They build incentives into prescription-drug plans to encourage intelligent patient behavior. If someone wants to take a brand-name oral contraceptive and there is a generic equivalent available, for example, a P.B.M. might require her to pay the price difference. In the case of something like heartburn, the P.B.M. might require patients to follow what’s called step therapy—to try the cheaper H2 antagonists first, and only if that fails to move to a proton-pump inhibitor like omeprazole. Employers who used two or more of these strategies last year saw a decrease of almost five per cent in their pharmacy spending.

There is no mention of these successes in “The Truth About the Drug Companies.” Though much of the book is concerned with the problem of such costs, P.B.M.s, the principal tool that private health-care plans use to control rising drug costs, are dismissed in a few paragraphs. Angell’s focus, instead, is on the behavior of the pharmaceutical industry. An entire chapter, for instance, centers on the fact that the majority of drugs produced by the pharmaceutical industry are either minor variations or duplicates of drugs already on the market. Merck pioneered the statin category with Mevacor. Now we have Pfizer’s Lipitor, Bristol-Myers Squibb’s Pravachol, Novartis’s Lescol, AstraZeneca’s Crestor, and Merck’s second entrant, Zocor—all of which do pretty much the same thing. Angell thinks that these “me-too” drugs are a waste of time and money, and that the industry should devote its resources to the development of truly innovative drugs instead. In one sense, she’s right: we need a cure for Alzheimer’s much more than we need a fourth or fifth statin. Yet me-too drugs are what drive prices down. The presence of more than one drug in a given category gives P.B.M.s their leverage when it comes time to bargain with pharmaceutical companies.

With the passage of the Medicare prescription-drug-insurance legislation, late last year, the competition created by me-toos has become even more important. The bill gives responsibility for managing the drug benefit to P.B.M.s. In each therapeutic category, Medicare will set guidelines for how many and what kinds of drugs the P.B.M.s will have to include, and then the P.B.M.s will negotiate directly with drug companies for lower prices. Some analysts predict that, as long as Medicare is smart about how it defines the terms of the benefit, the discounts—particularly in crowded therapeutic categories like the statins—could be considerable. Angell appears to understand none of this. “Medicare will have to pay whatever drug companies charge,” she writes, bafflingly, “and it will have to cover expensive me-too drugs as well as more cost-effective ones.”


The core problem in bringing drug spending under control, in other words, is persuading the users and buyers and prescribers of drugs to behave rationally, and the reason we’re in the mess we’re in is that, so far, we simply haven’t done a very good job of that. “The sensitivity on the part of employers is turned up pretty high on this,” Robert Nease, who heads applied decision analysis for one of the nation’s largest P.B.M.s, the St. Louis-based Express Scripts, says. “This is not an issue about how to cut costs without affecting quality. We know how to do that. We know that generics work as well as brands. We know that there are proven step therapies. The problem is that we haven’t communicated to members that we aren’t cheating them.”

Among the costliest drug categories, for instance, is the new class of antiinflammatory drugs known as cox-2 inhibitors. The leading brand, Celebrex, has been heavily advertised, and many patients suffering from arthritis or similar conditions ask for Celebrex when they see their physician, believing that a cox-2 inhibitor is a superior alternative to the previous generation of nonsteroidal anti-inflammatories (known as nsaids), such as ibuprofen. (The second leading cox-2 inhibitor, Merck’s Vioxx, has just been taken off the market because of links to an elevated risk of heart attacks and strokes.) The clinical evidence, however, suggests that the cox-2s aren’t any better at relieving pain than the nsaids. It’s just that in a very select group of patients they have a lower risk of side effects like ulcers or bleeding.

“There are patients at high risk—people who have or have had an ulcer in the past, who are on blood-thinning medication, or who are of an advanced age,” Nease says. “That specific group you would likely start immediately on a cox-2.” Anyone else, he says, should really be started on a generic nsaid first. “The savings here are enormous,” he went on. “The cox-2s are between a hundred and two hundred dollars a month, and the generic nsaids are pennies a day—and these are drugs that people take day in, day out, for years and years.” But that kind of change can’t be implemented unilaterally: the health plan and the employer have to explain to employees that in their case a brand-new, hundreddollar drug may not be any better than an old, one-dollar drug.

Similarly, a P.B.M. might choose to favor one of the six available statins on its formulary—say, AstraZeneca’s Crestor—because AstraZeneca gave it the biggest discount. But that requires, once again, a conversation between the health plan and the employee: the person who has happily been taking Pfizer’s anti-cholesterol drug Lipitor for several years has to be convinced that Crestor is just as good, and the plan has to be very sure that Crestor is just as good.

The same debates are going on right now in Washington, as the Medicare program decides how to implement the new drug benefit. In practice, the P.B.M.s will be required to carry a choice of drugs in every therapeutic category. But how do you define a therapeutic category? Are drugs like Nexium and Prilosec and Prevacid—all technically known as proton-pump inhibitors—in one category, and the H2 antagonists in another? Or are they all in one big category? The first approach maximizes the choices available. The second approach maximizes the bargaining power of P.B.M.s. Deciding which option to take will have a big impact on how much we end up paying for prescription drugs—and it’s a decision that has nothing to do with the drug companies. It’s up to us; it requires physicians, insurers, patients, and government officials to reach some kind of consensus about what we want from our medical system, and how much we are willing to pay for it. AstraZeneca was able to do some chemical sleight of hand, spend half a billion on advertising, and get away with the “reinvention” of its heartburn drug only because that consensus hasn’t yet been reached. For sellers to behave responsibly, buyers must first behave intelligently. And if we want to create a system where millions of working and elderly Americans don’t have to struggle to pay for prescription drugs that’s also up to us. We could find it in our hearts to provide all Americans with adequate health insurance. It is only by the most spectacular feat of cynicism that our political system’s moral negligence has become the fault of the pharmaceutical industry.

There is a second book out this fall on the prescription-drug crisis, called “Overdosed America” (HarperCollins; $24.95), by John Abramson, who teaches at Harvard Medical School. At one point, Abramson discusses a study that he found in a medical journal concluding that the statin Pravachol lowered the risk of stroke in patients with coronary heart disease by nineteen per cent. That sounds like a significant finding, but, as Abramson shows, it isn’t. In the six years of the study, 4.5 per cent of those taking a placebo had a stroke versus 3.7 per cent of those on Pravachol. In the real world, that means that for every thousand people you put on Pravachol you prevent one stroke—which, given how much the drug costs, comes to at least $1.2 million per stroke prevented. On top of that, the study’s participants had an average age of sixty-two and most of them were men. Stroke victims, however, are more likely to be female, and, on average, much older—and the patients older than seventy in the study who were taking Pravachol had more strokes than those who were on a placebo.

Here is a classic case of the kind of thing that bedevils the American health system—dubious findings that, without careful evaluation, have the potential to drive up costs. But whose fault is it? It’s hard to blame Pravachol’s manufacturer, Bristol-Myers Squibb. The study’s principal objective was to look at Pravachol’s effectiveness in fighting heart attacks; the company was simply using that patient population to make a secondary observation about strokes. In any case, Bristol-Myers didn’t write up the results. A group of cardiologists from New Zealand and Australia did, and they hardly tried to hide Pravachol’s shortcomings in women and older people. All those data are presented in a large chart on the study’s third page. What’s wrong is the context in which the study’s findings are presented. The abstract at the beginning ought to have been rewritten. The conclusion needs a much clearer explanation of how the findings add to our understanding of stroke prevention. There is no accompanying commentary that points out the extreme cost-ineffectiveness of Pravachol as a stroke medication—and all those are faults of the medical journal’s editorial staff. In the end, the fight to keep drug spending under control is principally a matter of information, of proper communication among everyone who prescribes and pays for and ultimately uses drugs about what works and what doesn’t, and what makes economic sense and what doesn’t—and medical journals play a critical role in this process. As Abramson writes:

When I finished analyzing the article and understood that the title didn’t tell the whole story, that the findings were not statistically significant, and that Pravachol appeared to cause more strokes in the population at greater risk, it felt like a violation of the trust that doctors (including me) place in the research published in respected medical journals.

The journal in which the Pravachol article appeared, incidentally, was The New England Journal of Medicine. And its editor at the time the paper was accepted for publication? Dr. Marcia Angell. Physician, heal thyself.

What's the Difference Between Your Hospital and the Other?

El artículo titulado como este post, de la web HealthLeaders, señala que toda la sabiduría acerca de la gestión empresarial, acuñada a lo largo de los últimos tiempos, no ha sido aplicada, ni transferida, a la gestión diaria de los centros sanitarios. Hay que mirar hacia dentro, y buscar la estrategia ideal para las organizaciones que dirigimos, y hacernos las eternas preguntas de siempre:
  1. What is our core business? Think this one through and don't just dismiss it as a given. Some hospitals are in the business of teaching and some are in the business of serving the general community. Some are in the business of improving health and some are in the business of providing medical services. These are not necessarily the same business. The first step to a successful strategy is clearly articulating your core business and fully accepting what that means.
  2. Who are our "customers" and what do they want? This is a particularly vexing question for hospitals. Is the "customer" the physician, the insurance company or the patient? Many hospitals will answer "all three." If that is your answer, then your task is to reconcile the many conflicts between what these "customers" want.
  3. Which dogmas are wrong? Webster defines differentiation as "the process of becoming unique or distinct" and dogma as "something held as an established opinion." By definition, dogma is the enemy of differentiation. If everyone thinks or acts the same, there can be nothing that is truly different. Like every industry, healthcare is filled with dogmas, many of which are wrong or vulnerable to being completely overturned by some unconventional thinkers with nothing to lose. Your job is to examine your dogmas and explore the implications of them being proven 180 degrees wrong.
  4. What do we value? Differentiation is achievable and meaningful only if it is wholly consistent with the core values of the organization. Aggressive low-cost leadership is probably the wrong strategy choice for an organization that most values being on the cutting edge of technology. Likewise, a customer intimacy strategy will be a tough sell in an organization that does not place a very high value on service.
  5. Where can we excel? Healthcare organizations must be honest in the appraisal of their own capabilities. Wishful thinking cannot substitute for reality. Nobody can be great at everything but everybody can be great at something. Find those few core competencies that currently exist in your organization or may be created in the near future.
  6. What drives our income? Of course, differentiation is nothing if the area in which you are different provides no economic return. One may want to be different in one particular area but that distinctiveness must have a payback.
  7. Are we willing to commit for the long run? The final key factor is sustainability. Significantly altering course every three to five years is not going to cut it. Given the relatively short tenure of healthcare CEOs, this means that governing boards must step up and truly commit the organization to a strategic direction and then ensure that the organization is unwavering in that commitment. This is not meant to imply sticking with something that is clearly not going to work. But there will be many temptations and pressures to prematurely abandon a good strategy that takes a while to unfold, or a strategy that may be highly unpopular in some circles, or a strategy that proves more difficult than originally imagined. Successful organizations stay the course even through the whitewater periods.



Just because it´s new doesn´t mean it´s best

En el blog de Kevin, M.D. , podemos leer un post realmente interesante acerca de cómo deciden los médicos prescribir un nuevo fármaco a sus pacientes:

"Scenario: How do you decide whether to prescribe a new drug?

The simple answer to this question is, 'Of course I would not use a more expensive medicine to replace an effective one with no side effects.' But in fact such substitutions do occur, and frequently. The drug companies count on it."

Podéis leer un artículo titulado Just because....... , o cómo se puede defender a los pacientes, en este mundo imperfecto, según las recomendaciones del American Council for Continuing Medical Education:

* Remember that doctors, not industry, have the responsibility to make decisions in the best interests of patients.
* Consider information from the drug industry as advertising with inherent bias.
* Use the least expensive therapeutically equivalent drug.
* Be wary of industry gifts. Follow accepted national guidelines.
* Read the literature with critical judgment. Look at the disclosures of the authors. Read the best journals.
* Utilize practice guidelines issued by major national specialty societies.
* When possible, obtain information from sources that offer CME.

Using the above criteria, I suspect the answer to our question remains the same as the one common sense originally dictated – don’t switch.


Same Drugs, different prices

Este es el nombre de un artículo aparecido en la revista Newsweek el pasado 4 de octubre, en el que podemos leer lo siguiente:

Are you paying too much for your prescription drugs?

In New York, under state law, pharmacies are required to supply price lists for their prescription drugs to customers who request it. But many consumers don’t realize that those prices can vary—by more than $100 per drug in some cases—depending on where they buy it. In July, New York Attorney General Eliot Spitzer’s office asked 170 randomly selected pharmacies in 25 counties across the state for the prices of their 25 most commonly prescribed drugs. This month, they surveyed pharmacies in the remaining counties. The data they collected is being posted at www.nyagrx.org, a database that allows consumers to compare prices for prescription drugs in their area. We picked five of the most popular prescription drugs to see how much their price varied within the state (and in some cases, within the same city).

Espeluznante!!

sábado, octubre 16, 2004

El gasto sanitario crecerá en los próximos años por encima del PIB

Espectacular.
Podéis leer la reseña en la revista Jano on-line, en la que se señala que de aquí al 2013 puede crecer el gasto público hasta un 35%. Bárbaro!!. Y el análisis lo realizan economistas de prestigio y no políticos apocalípticos.
Hay que hacer algo y ya!!.

Alberto 0 - Joan 4

Creo que hay que felicitar efusivamente a Joan Clos, y darle un tremendo tirón de orejas al alcalde de Madrid, más preocupado en enfrentamientos de partido y en maquiavelismos de segunda, que para más coñas, no le han servido para nada.
Se han llevado el "gato al agua" y al parecer, la nueva empresa Sanofi-Aventis, se instalará en el distrito 22@ de la Ciudad Condal.
Hay que estar a lo que hay que estar!!.
Lo siento de corazón por toda la gente, que lleva años invirtiendo innumerables horas extras en una compañía que intentaba realizar un marketing avanzado, con un equipo de primera categoría y que ahora, por razones familiares o personales, no seguirán a Belen Garijo en su aventura.
Quiero pensar que a Belen le habrán "obligado" a adoptar esta decisión. Porque dejar atrás a su gente de confianza, además de osado y equivocado, es un riesgo muy importante, además de una deslealtad. A lo mejor ha querido quedar bien con Sanofi, o la ambición la ha cegado.
Lo ignoro.
Pero las maneras de hacer, el estilo profesional de Aventis, está hoy por hoy a años luz!!.

sábado, octubre 09, 2004

Benefits of incrementalism

Discussing nationalised healthcare with those of a leftist frame of mind, it occurs to me that one is put at a disadvantage in attempting to demonstrate the merits of a private healthcare system if one restricts the options to a public health system versus private health system. This tends to conflate the separate benefits a private system would provide. Nationalised healthcare systems are wasteful and ruinously expensive but there are actually two separate phenomena contributing to this.

  1. Any business which is run by the government will have priorities unrelated to those of the customers of that business and will tend to provide the product or service it wants to provide, in the quantities it wants to produce as opposed to providing the product according to the customer's demand. This leads inexorably to unsatisfied customers, gluts, rationing and shortages.
  2. 'Free' healthcare is a problem similar to the tragedy of the commons. If there is no cost to be borne by availing of 'free' healthcare, there is no corrective against frivolous use of this service. The phenomena of bored pensioners visiting the doctor for a chat is solely that of a system where that doctor's time is paid by the taxpayer and not the loquacious geriatric. Hypochondria, held in check by a pay-as-you-go system is positively rewarded by free healthcare.
Artículo completo, en samizdata.net.
Sus páginas de salud.

Evaluating Health Care Systems

Cómo podemos decir que el Sistema Nacional de Salud de un país funciona mejor que el de otro?.
"Overall, I think that it is a mistake to define the health care problem as the need to reduce the ratio of expenditures to life-expectancy gains. I think that the policy implications of such a definition are mostly unacceptable."
"...The money we spend on a hopeless cancer patient is money we don’t spend on people with full lives ahead of them. Improving our spending to health ratio is improving the efficiency with which we produce health care - how can that be a bad goal?"
Reseña completa.

Arnold Kling

Arnold Kling, en la parte de su blog dedicado a Economics of Health Care, menciona una extarordinaria cita de Robert Kuttner, cofundador y coeditor de "The American Prospect":
"The hardest job for a liberal is to defend the D.C. public school system. The hardest job for a conservative is to defend free-market health care."
Evidentemente, en españa podríamos decir lo mismo, sustituyendo la terminología.

Free-lunch medicine

Otra serie de articulos de Thomas Sowell, aparecidos en noviembre 2003.
Free-lunch medicine, Free-lunch medicine partII, Free-lunch medicine partIII.
Y otra pequeña joya, no relacionada con la economía de la salud, acerca del precio, titulada "It´s time for journalists to study a little economics". Si piensa eso de algunos profesionales del Wall Street Journal, mejor que no lea la prensa económica española!!.

The "cost" of medical care

Thomas Sowell es un economista crecido en Harlem y con un curriculum nada desdeñable.
Comento esto como orientación a sus ideas, que en nuestra latitud pueden sonar un tanto "diferentes".
En una reciente columna, del pasado 4 de mayo, titulada como este post, hacia las siguientes apreciaciones:
"The difference between prices and costs is not just a fine distinction made by economists. Prices are what pay for costs -- and if they do not pay enough to cover the costs, then centuries of history in countries around the world show that the supply is going to decline in quantity or quality, or both. In the case of medical care, the supply is a matter of life and death.
When politicians talk about "bringing down the cost of medical care," they are not talking about reducing any of these costs by one cent. They are talking about forcing prices down through one scheme or another.
All the existing efforts to control the rising expenses of medical care -- whether by government, insurance companies, or health maintenance organizations -- are about holding down the amount of money they have to pay out, not about reducing any of the real costs.
For political purposes, what "bringing down the cost of medical care" means is some quick fix that will win votes at the next election, regardless of what the repercussions are thereafter."

Al menos es una perspectiva diferente, a la que acostumbramos.

Pharmaceutical Industry Profile

Documento de phrma.org, de marzo de 2004.
Otras publicaciones de phrma.org.

Why is it so difficult to provide universal health care?

Aunque este post de Robert Shapiro en Slate data del 15 de Mayo de 2003, sigue teniendo toda su vigencia. Actualmente trabaja en una consultora, Sonecon LLC en Washington, pero fue Subsecretario de Comercio en la administración Clinton.
Comienza de esta forma:
"Health care is as frustrating an issue for politicians as it is important to the rest of us. We all know the complaints. At nearly 14 percent of gross domestic product, health care claims almost twice as large a share of the economy in the United States as in Britain or Japan and generally produces no better health results. And for all that money, the number of Americans with health insurance keeps falling. Since 1987, the share of Americans with health coverage, including Medicare and Medicaid, has declined from 87 percent to 85 percent, and setting aside government programs, the share with private health insurance fell from 75.5 percent to less than 71 percent."
Podéis ver este interesante pdf "Dramatic Growth of Research and Development" de phrma.org.
Si queréis el documento completo........

Price regulation of Pharmaceuticals (2)

Respecto al artículo anteriormente comentado, de Marginal Revolution, han surgido multitud de páginas web (realmente blogs en su mayoría), que han venido realizando reflexiones al respecto.
Una de ellas que resalta por su interés es la de Asymmetrical Information, blog de economía leído diariamente por más de 6500 personas.
Una colaboración destaca por su verosimilitud:
Pharmas, on average, spend ~17-18% of sales on R&D, although some companies (especially some of the biotechs) spend 40% or more on R&D. The figure for marketing is ~10-11% of sales (quick calculation on my part; feel free to correct if needed, but please cite your sources).
For more info, check out http://www.cato.org/pubs/pas/pa-475es.html (pdf)
Here's an interesting point: the Cato report says that "Pharmaceutical marketing accounted for $13.8 billion in 1999. Yet more than half of that— $7.2 billion in that year—was for free samples of drugs, which serve as a discount when doctors pass them out to patients."
According to the pharma industry trade group, phrma.org, the industry spent about $22 billion on R&D in 1999. The current figure is ~$33 billion.

Redefining Competition in Health Care

En el pasado número de Junio de la Harvard Business Review, había un artículo de Michael Porter titulado "Redefining Competition in Health Care", en el que se analiza la situación del sector, desde la sabia mirada de este autor. Podéis acceder a un extracto del contenido, en la HBS Working Knowledge, en el apartado strategy. Para los más vaguetes, os adjunto el link.

Price regulation of Pharmaceuticals

Marginal Revolution es un blog de culto, que trata temas de economía desde un prisma interesante.
Tiene una sección que se denomina medicine en la que archiva todas las colaboraciones realcionadas con esta materia.
Hay un post del pasado 8 de octubre titulado Price Regulation of Pharmaceuticals en el que se refiere a un paper reciente aparecido en el Quarterly Journal of Economics, de Daron Acemoglu y Joshua Linn, en el que se intenta averiguar la incidencia de los descuentos en precio de los fármacos, en la reducción en la inversión en I&D.y los resultados son espectaculares!!.

La salud como medio

The Pharmacoeconomics Outlook: Turning value-for-money requirements into a competitive advantage
En este estudio de Noviembre 2003, que tiene el disuasorio precio de $ 1219, se valora la generalización del uso de técnicas Farmacoeconómicas como una oportunidad en tres puntos criticos de la cadena de valor: I&D, precio/retorno y marketing. Posterior al análisis se sugiere la mejora de la productividad de los procesos de I&D, focalizando los recursos en aquellos productos que sean más atractivos desde el punto de vista del precio y el retorno.
Esto puede llevarnos a una grave espiral, en la que la salud sea un medio, en lugar de un fin. Aquellas enfermedades que no sean un negocio atractivo, dejarán de investigarse desde el sector privado. Y ya sabemos todos como anda el público.
La industria quiere "hacer caja" y lo va a conseguir, pongan como se pongan los gobiernos.
Los experimentos, como siempre, "con gaseosa".
Si lo deseais, podéis echarle un vistazo al marketing brochure del documento.

Un sondeo dice que el control del gasto es el primer escollo sectorial

Leído en el Cinco Días de ayer:
Un sondeo entre responsables de compañías farmacéuticas que fabrican medicamentos genéricos y convencionales revela que, para los representantes de esta industria, las medidas para el control del gasto impuestas desde la Administración son el escollo más importante que tendrá que superar el sector para consolidarse y seguir creciendo.
La encuesta, elaborada por Reuters Business Insight ha recogido estas opiniones entre 287 personas pertenecientes a 200 compañías. La segunda cuestión que más preocupa a los encuestados es la competencia de los fabricantes de genéricos afincados en India, que producen a bajo coste.
Resulta especialmente interesante percibir la escasa preocupación que expresan los encuestados sobre los competidores de China, país con un amplio poder competitivo en virtud en numerosos sectores manufactureros a causa de sus bajos costes de producción, aunque no parece que los genéricos hechos en el gigante asiático preocupen demasiado a la industria farmacéutica.
A entender de Peter Wittner, coordinador del estudio, 'es probable que las compañías occidentales no tengan presente la amenaza china, que la consideren menos poderosa o inmediata que a la india, al menos por el momento'. Sin embargo, subraya que 'antes de que pasen diez años los fabricantes chinos acabarán convirtiéndose en una amenaza considerable, tanto para las compañías europeas como para las de Estados Unidos'.
Las opiniones recogidas en este documento indican que la industria de genéricos se consolidará, aunque las empresas más pequeñas podrán acusar la creciente competencia y la presión para reducir costes, así como la necesidad de alcanzar cierto grado de diversificación geográfica.
La encuesta muestra un consenso considerable en cuanto a que la tendencia general del sector de los genéricos apunta al alza.

domingo, octubre 03, 2004

Resource Management update: Healthcare supply chain

Otro documento de la HFMA.

Linking supply costs and revenue: the time has come

Otro interesante documento de la HFMA.

The road to better care: merging financial and clinical pathways

Interesante documento de la Healthcare Financial Management Association.

Guia de diseño y mejora continua de procesos asistenciales

Otro documento muy interesante del Servicio Andaluz de Salud.

Procedimiento para documentar informes de evaluación de tecnologías sanitarias

Documento de la Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias de Andalucía, en el que se indica el procedimiento de dcoumentación y difusión de informes de evaluación.

Setting priorities for waiting lists

Acceso al texto completo.

The role of performance indicators

Crossing the Quality Chasm

Cómo leer la publicidad farmacéutica

Healthy Skepticism

En una línea parecida, también es interesante Healthy Skepticism.

No free-lunch

Combativa página web, crítica con la actitud de la industria farmacéutica y de los visitadores médicos en particular. Por si os queda alguna duda, podéis ver la presentación "The physician-pharmaceutical industry relationship".

Kenneth J. Arrow

Kenneth J. Arrow, es reconocido por muchos, como el padre de la Economía de la Salud.
En 1963, cuando publicó su célebre artículo "Uncertainty and the welfare economics of medical care", en The American Economic Review, ya había cosechado multitud de éxitos personales:

"In 1963, Arrow was already well established as a leading economist, having published (with Debreu) seminal work on competitive equilibrium that provided the foundation for modern economic thinking about the extent to which markets can or cannot reach welfare-maximizing equilibria. Previously, he had developed the impossibility theorem for which he later won the Nobel Prize. In that work, he demonstrated the difficulty of finding any collective decision-making process that can provide consistent ordering of social preferences".

Sócrates y los Sofistas

O los sesgos de la información. Realmente se puede aplicar a cualquier disciplina del conocimiento.

"In ancient Greece, a group of traveling “wise men,’’ known as sophists, lectured on a large
variety of subjects. Their presentations were spectacular and highly influential because they
spoke beautifully.1 Socrates, on the other hand, tried to develop the minds of young people
by asking a series of carefully conceived questions; he taught his students to think.1 Socrates
considered the sophists to be poor teachers, and they believed that he was a dangerous eccentric.
Socrates continued his efforts, which eventually led to his death. The debate continues. Which
method of teaching is the best? This article, which is admittedly biased, addresses this serious question".

Es un texto muy interesante de leer.
Tomado de la Captain Morgan Library, gracias a la reseña de Rafael Bravo.

Sobreprescripción

En UK están inquietos por el gasto farmacéutico y detectan con preocupación que crece el número de personas identificadas clínicamente como enfermas:
"It is very much in the interest of the pharmaceutical industry to draw a line that includes as large a population as possible within the 'ill' category. The bigger this group is, the more drugs they can sell. If current trends continue, publicly funded health-care systems will be at risk of financial collapse with huge cost to society as a whole.
The college lists hypertension, high cholesterol, osteoporosis, anxiety and depression as examples of common conditions that, in mild forms, are often inappropriately treated with drugs".
Si queréis ver el artículo completo.....
Tomado de la web médica de Rafael Bravo.

sábado, octubre 02, 2004

La barrera psicológica de los dos dígitos

Al parecer, todo consiste en no sobrepasar la barrera de los dos dígitos, para poder anunciar con albricia, que se han cumplido los objetivos. Qué barbaridad!!

Código Español de Buenas Prácticas para la Promoción de Medicamentos

Adjunto link a la edición del 2004, de este interesante documento de Farmaindustria.

Hemeroteca

Noticia aparecida en la sección de Gestión de Diario Médico, el día 5 de Diciembre de 2002

José Francisco Zamarriego, director general de Aeseg

José Francisco Zamarriego ha sido nombrado director general por la junta directiva de la Asociación Española de fabricantes de Sustancias y Especialidades Farmacéuticas Genéricas (Aeseg).
Zamarriego, que cuenta con una larga experiencia en este sector, ocupaba desde junio de 2001 la secretaría general de la asociación.


Noticia aparecida en la sección de Gestión de Diario Médico, el día 18 de febrero de 2004

Zamarriego, nuevo director de la Unidad de Supervisión Deontológica

El Consejo de Gobierno de Farmaindustria ha acordado el nombramiento de José Zamarriego como director de la Unidad de Supervisión Deontológica de la industria farmacéutica, según informó hoy la patronal del sector en un comunicado.
Zamarriego es doctor en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad Complutense de Madrid, Master of Business Administration (MBA) por la University of Wales (Aberystwyth), Programa de Dirección General (PDG) por el IESE.
Es actualmente profesor titular de la Universidad Europea de Madrid (UEM) de la que fue, entre otros cargos, decano de la Facultad de Economía y Administración de Empresas y director ejecutivo de la Fundación General de la UEM.
Ha compaginado estas responsabilidades con el cargo de director general de la Asociación Española de fabricantes de Sustancias y Especialidades Farmacéuticas Genéricas.
La Asamblea General de Farmaindustria aprobó recientemente la creación de una Unidad de Supervisión Deontológica, que junto a la Comisión Deontológica y al Jurado de la Asociación para la Autorregulación de la Comunicación Comercial (Autocontrol), es un órgano encargado de velar activamente por el cumplimiento del Código de Buenas Prácticas para la Promoción de los Medicamentos.

No comments.

Nota de prensa de Farmaindustria de rechazo al gravamen a las empresas incluido en los PGE 2005

Adjunto el link a la página de Farmaindustria, donde podéis leer el contenido del comunicado.

Hospital San José

Este es un ejemplo de balanced scorecard, aplicado a un hospital de Chile, tomado de la página del Dr. Alfonso López Viñegla, uno de los recursos más importantes acerca del cuadro de mando, en lengua española, de Internet.

Business Case

Imagine por un momento una organización, en la que los empleados tienen asegurado su trabajo hasta su jubilación, y en la que su retribución, en la cual la antiguedad es un elemento importante, no está vinculada al rendimiento.
Evidentemente, la productividad y la eficiencia, brillan por su ausencia.
Además, las tecnologías de la información y la comunicación, estan en una fase incipiente (información heterogénea, de difícil acceso, no actualizada a tiempo real e imposible en ocasiones de contrastar su veracidad). Olvídese de cuadros de mando sofisticados, y de herramientas de business intelligence o data mining: queries SQL, volcados de información en batch y excel, mucho excel.
La gente está desmotivada, los directivos en ocasiones son políticos o puestos de confianza, y algunos de sus proveedores, intentan siempre que pueden, utilizar artimañas al borde de la ley, para ganar voluntades y garantizar contratos.
Imagine por ejemplo, que alguno de los proveedores de servicios que tiene subcontratados, por ejemplo el de limpiezas, no trata adecuadamente a sus empleados (o al menos, es lo que ellos piensan), y periódicamente le montan un "aquelarre", parecido al de los empleados de Iberia o Renfe en fechas próximas a las vacaciones.
También hay algunos de sus trabajadores, que derivan parte de su trabajo a sus negocios privados, o lo que es peor, que "traen trabajo de casa".
Pues bien....... me parece que esta empresa es ingobernable, y que ni siquiera algún reputado gurú del management, o algún campeón del Dow Jones, puede llevarla a buen puerto.

viernes, octubre 01, 2004

Queensland Government Marketplace

Estos muchachotes de las antípodas, preocupados por sus compras, tienen todo tipo de recursos, incluyendo unas "Better purchasing guides", ya que quieren mejorar las prácticas de las personas responsables de dicha función.
La página, sobre la que llevo tiempo volviendo periódicamente, ha mejorado con el tiempo, aumentando y depurando sus contenidos.
Chapeau por los Aussies!!.

Hospitales Top 20 - 2004: Benchmarks para la excelencia

Este año se celebra la 5ª edición del Top 20, Benchmark por excelencia que pretende reflejar el estado del arte de la calidad hospitalaria nacional. organizado por IASIST.
Mi anticipada enhorabuena a los premiados, que estan recibiendo estos días las comunicaciones pertinentes (según me han chivado, entre ellos está de nuevo Juan Abarca, y Antonio Bartolomé).
Si queréis conocer el Top 100 americano, podéis acceder desde la página de Solucient.

Datos provisionales de facturacion de recetas medicas en el SNS

Si quereis acceder a los ultimos datos disponibles de facturacion de recetas medicas, y revisar los indicadores, podeis hacerlo en esta pagina del Ministerio de Sanidad y Consumo.

The European Observatory on Health Systems and Policies

The European Observatory on Health Systems and Policies supports and promotes evidence-based health policy-making through comprehensive and rigorous analysis of the dynamics of health care systems in Europe.
Pues eso. Evidentemente tienen una pagina dedicada a España.

La Comision Romanow

A finales del 2002 se presento el llamado informe Romanow, obra de Roy Romanow, con el sugestivo titulo de "Building on values". Este informe realizado por la Comission on the future of Health Care in Canada, intenta definir el escenario y la eleccion a realizar para configurar el sistema de salud adecuado a las necesidades presentes y futuras del pais. En el fondo, es un Informe Abril a la Canadiense.

Merck tumbles

En Bloomber.com podemos leer lo siguiente:
"The Dow average shed 55,97, or 0,6% to 10.080,27. Merck shares tumbled 27 percent and accounted for all of the average´s decline".
"Merck recorded its biggest tumble in at least 20 years, plunging $12,07 to $33. The second-largest U.S. drugmaker said the withdrawal of vioxx, wich generated $2,5 billion in sales last year. will reduce full-year profit by 50 cents to 60 cents a share. Merck is pulling the medication because of data showing an increased risk of heart attacks and strokes.
"Once you admit to that, the lawyers will come along and class-action suits will come along" , said Richard Sichel, chief investment officer at Philadelphia Trust Co., wich manages $1,2 billion and also owns Merck shares. "There are many negatives here; its not just lost revenues".
Merck´s drop wiped out $26,8 billion in market value, which is more than the value of General Motors Corp., the biggest automaker. The decline was the biggest percentage fall for a member of the Dow average in three years. About 145 million Merck shares traded, compared with a full-day average of 5,28 million shares the last three months".

Por si estáis interesados os adjunto el link a la nota de la FDA de la retirada del rofecoxib.
Tan sólo señalar, por lo que respecta al mercado español, que sólo en los últimos 12 meses se han vendido en España 900.000 unidades de "Vioxx", por un importe de 20 millones de euros (también se ha parado la comercialización de "Ceoxx", fármaco que no está financiado por el SNS). Este inhibidor de la COX-2, sirvió como tratamiento a 277.000 españoles durante el último año, según la compañía, aunque el Ministerio de Sanidad redujo la cifra a entre 70.000 y 100.000 los que pueden estar en tratamiento, principalmente mayores de 65 años.